Es un abrazo de mar.
Un golpe
de arena
por sorpresa.
Su sonrisa no sabe estar sentada, está escapándose siempre de su madre.
Sus ojos son de verdad, no han aprendido aún a protegerse.
Ella sabe dar
besos perfectos
que se abren como un táper.
Cuando abraza es en cambio silenciosa
y obstinada.
Tiene la hondura de un eco.
Otras veces ríe leve como si fuese una pluma.
Y parece que la música empieza
a hacerse sola.
a hacerse sola.
Cuando Sofía me abraza,
me recoge, me trae de vuelta a casa.
Mi pequeña,
mi única
certeza.