sábado, 4 de abril de 2015

Golpe a la quiromancia, por Oscar Wilde









Escena de "A Good Woman", basada en
"El abanico de Lady Windermere"
No esperen más sorpresa que la acostumbrada con Wilde. Es decir, no pequeña sorpresa. Con el maestro de la ironía viajamos de vuelta a uno de esos salones en los que el XIX vip distraía horas y temores agitando rumores en un relato que recupera Acantilado con el mimo editorial que le distingue. 
Breve, intenso, no exento de lúdica perversión, es el placer de estas 77 páginas, en las que asistirá, lector, a la última recepción antes de Pascua de lady Windermere, una belleza Wilde en la que lo cortés no quita lo valiente, o el aura angelical la propensión al pecado. Tal es la combinación ganadora del juego de Wilde, que apuesta al humor negro y gana. Lucidez en el juicio y una sensibilidad exquisita urden un sarcasmo delicatesen, cuyo sabor retiene con gusto el paladar contemporáneo. «Las cosas interesantes nunca son adecuadas», advierte Wilde, que pone en manos de un quiromante vulgar la suerte de esta singular intriga palaciega.
¿Se han mirado la línea de la vida?, ¿qué suerte está echada en la palma de su mano? Miren, lean estas líneas escritas por Wilde sobre Lord Savile y verán que no hay trampa mayor que la que uno se tiende a sí mismo. Y esto... también está escrito. 





Publicado en Fugas el 3 de abril del 2015
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/fugas/2015/04/01/golpe-quiromancia-oscar-wilde/00031427900125604591301.htm                                                

El crimen de Lord Arthur Saville.
Oscar Wilde. Relatos.
Acantilado.
Traducción de Javier Fernández de Castro.
77 páginas. 10 euros

miércoles, 1 de abril de 2015

Milena, el hada que no quiere crecer

Maravillosa Milena Busquets

http://www.lavozdegalicia.es/noticia/yes/2015/02/28/quiero-me-quieran-quiero-me-quieran/00031427384397706867859.htm


 Ha sido no un honor ni un placer. Un amor entrevistar a Milena Busquets, escritora, bum en Fráncfort, hija de la editora Esther Tusquets para YES. No diría yo mejor que leer su novela También esto pasará, que devoré en tres bocados y me ayudó como un abrazo cómplice en la  experiencia de la pérdida.
Hay palabras que encienden una luz en lo oscuro, no sé si nos permiten avanzar pero sí nos dejan vernos las manos. Y no están tan vacías como se creen cuando se sueltan de mamá para empezar a cruzar la vida no solas, pero sí de otra manera. Como si descubriésemos de pronto los semáforos en rojo o el sentido de la palabra peatón.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Spiderwomen, mujeres en el mundo real

Nunca me he sentido una Superwoman, esa heroína de ficción que sin saber cómo a veces entra en nosotros por un ojo o un oído, nos vende su película y se apodera del sentido de la realidad de una mujer. No digáis que no, algo nos pesa lo que esperan de nosotras, lo que ellos piensan, la autoexigencia, ese afán por estar a la ¿altura? de un mundo diseñado y mantenido con denuedo con arreglo a otro patrón. Creo en las mujeres normales, que hacen lo extraordinario por poder, por poder y por seguir queriendo pese a todo; por no tener que renunciar a su trabajo fuera, a su momento en casa, a lo dulce por lo crudo, a la pasión por la sobria realidad, a todo por sus hijos, a sí mismas por completo. Creo en el sacrificio y el esfuerzo solo si hay sentido y esperanza, en lo que tú me dices si hay crítica, en esa forma en que te ríes cuando lloras, en lo que piensas si cambias de parecer y no siempre eres consecuente, en la continuidad con el horizonte de un cambio. Si no, qué? Creo en lo humano. Creo en la mujer humana, real, ¿cree ella en mí? Quizá no, con un a veces sería suficiente... Tengo, como todos, modelos, imitables o lejanos como una constelación que se pierde en la utopía. Pero puesta a elegir uno de ficción, o más bien de fantasía, me quedo con Spiderwoman. La mujer atrapada en el mundo real, en este en el que ellas, nosotras, tú, deben, debemos, debes, trabajar hasta 79 días más al año para cobrar lo mismo o recurrir a otros, generalmente otras mujeres (mamá, abuela, tía, tía abuela, consorte... y demás), para no morir en el intento de conciliar. De esa heroína que se pinta las ojeras... a veces, que sobrevive con café, terapias alternativas e ironía salvaje, pero no siempre está de humor y no lo oculta, habla Sonsoles Ónega en su novela "Nosotras que lo quisimos todo". Lo queremos todo, dice ella. Es un presente continuo agotador. Pero mejor que todo lo que deja atrás. Estamos vivas. Luego somos.

Dejo aquí la entrevista a Sonsoles que publicamos en YES, agradecida por su naturalidad, su sentido del humor y su dejarme entrar a saco en su experiencia como muje+madre+periodista+escritora que confía en un mundo mejor. Y pelea por él. Y a veces muere en el intento... para empezar otra vez






viernes, 23 de enero de 2015

Homenaje al primer amor

Milena Busquets escribe una carta de amor
a su madre, la editora Esther Tusquets
MILENA BUSQUETS SE HA CONVERTIDO EN EL BUM DE LA FERIA DEL LIBRO DE FRÁNCFORT CON  ESTE AULLIDO SOBRECOGEDOR TRAS LA PÉRDIDA DE SU MADRE, LA EDITORA ESTHER TUSQUETS. AQUÍ RESPIRA LA INFANCIA, LA MADRE PERDIDA, LA VIDA PÓSTUMA DEL PRIMER GRAN AMOR.

Hay que dar las gracias a Milena Busquets (Barcelona, 1972). Por la naturalidad y la confianza. Por el íntimo retrato de su madre, Esther Tusquets, que comparte en También esto pasará. La que ha conquistado Fráncfort y rebasado fronteras es una historia viva. Respira como nosotros, sin dar demasiada importancia a ese ejercicio.
Hecha de emociones comunes y palabras sencillas, de personas que desean, aman, pierden y se pierden pero quieren vivir, el libro es un homenaje que enseña la cara lavada de la pérdida, un sentimiento que revienta las vías cotidianas de la existencia. Milena Busquets se atreve a procurar la ligereza en la gravedad de un funeral y evoca en su acierto la extraordinaria Mamá de Joyce Carol Oates («Ligera como una pluma, así quiero que sea mi alma»). Busquets dinamita el aura de escritor para dejarnos en los dedos polvo de hada.
Con un aire a La lección de anatomía, de Marta Sanz, Busquets nos pone a volar a ras de tierra, sobre el Cadaqués de su infancia, envueltos en una machadiana luz azul que
contrasta con la noche interior de una huérfana.
 La protagonista, Blanca, es una niña de 40 que desnuda su vida, y a toda una generación, en la despedida del primer amor: «Me observaste enamorarme y desenamorarme, romperme la crisma y
volver a ponerme en pie [...] En parte consciente, supongo, de que el amor de mi vida eras tú y de que ningún otro amor huracanado podría con el tuyo. Después de todo, amamos como nos han amado en la infancia, y los amores posteriores pueden ser solo una réplica del primer amor. Te debo, pues, todos mis amores posteriores, incluido el amor salvaje y ciego que siento por mis hijos». ¿Demasiado amor? ¿Puede estar de más? En este caso se concentra en la página 77, y sorprende como encontrarse un anillo en la lavadora. El sexo, consuelo provisional, una pulsión vital inoportuna, da la cara en
estas páginas donde vida y muerte se miden sin fórmulas de cortesía. En También esto pasará oímos un aullido familiar, el miedo a la ausencia y a la provisionalidad, y vemos a una mujer única real en los ojos de su hija. La de Milena Busquets es una inocencia que madura en su conocimiento. Pies en la tierra, mira arriba, como Emma Stone en Birdman. Gracias por el sentido de la realidad. Y por la magia.

Publicado en Fugas, 23 de enero del 2015

jueves, 15 de enero de 2015

El deseo es un puente

Me escuchas?
Cuándo vas a recoger tus cosas?
Tú me entiendes?
Me oyes cuando me callo?
Me quieres?

Solo pido que te cuiden,
dijiste haciendo otra pregunta,
porque yo no voy a poder.


Estoy bien, dije temblando, y me enfadé contigo por hacerse tarde,
por el ratón que se coló dentro de mí. 


Esta es mi vida, decías cuando ibas a morir. 

El tiempo te arqueó la espalda y te hiciste puente. Siempre sabías qué hacer con el dolor.
El puente se rompió entre dos islas furiosas, anegadas de sí mismas. Pero tú sonreías pese a todo, de una forma que no puede contarse. 

El deseo es un puente que no acaba. La voluntad de la alegría protege la tristeza de las cosas que no pueden cambiar. 

Te escucho, pido que me cuiden,
porque yo no voy a poder.







Lo veis? Aquí hubo un puente
donde ahora no hay nada.
Quizá un deseo
ahogado entre dos islas
cuyo cuerpo 

                seguimos 
                              buscando

martes, 13 de enero de 2015

Ana María Matute, el bosque eterno


Matute murió sin acabar este libro
ANA ABELENDA | Ana María Matute (Barcelona, 1925-2014) hablaba como escribía, con las manos, tomando las medidas del silencio esencial que exprime la gran literatura. De esta niña que tuvo el mal gusto de crecer, como ella dijo una vez, es el reino de la infancia, un bosque en el que perderse para encontrar la libertad, un mundo propio. Al suyo vuelve el lector de estos Demonios familiares que dejó al despedirse. Encogidos de extrañeza y asombro, niños como ella, concluimos este viaje sin final que se interrumpe como un sueño ante la mordida de la realidad. La vida de Ana María Matute acabó antes que su obra. Por eso la historia de Eva, una adolescente en la que el estallido de la guerra civil detona un hondo conflicto interior, queda suspendida en el misterio,
brillando como una luciérnaga en la noche de un desván. Malabarista de contrastes, Eva hereda un silencio familiar largo y pesado como un estigma de género, que la autora consigue traducir a palabras. El desván y la luciérnaga tienen, como el bosque, gran fuerza simbólica en la obra póstuma de Matute, una encrucijada existencial en la que aquilatar el peso de los fantasmas familiares, la soledad o el sentimiento de culpa tras el incendio de un amor prohibido. El brillo de la mirada de Matute sobre los miedos íntimos se aviva con el aire húmedo de lo que se oculta en casa, en un hogar de adultos en el que solo es posible crecer feliz aferrándose a ese otro hogar secreto que el corazón se construye de niño. Para que las piedras de la vida no amortigüen su latido.

Publicado en Fugas el 9 de enero de 2015


EL INTENSO CALOR DE LA LUNA

LA EDAD MÁS VOLUPTUOSA DE UNA MUJER
A. A. | ¿No sienten en ocasiones un temblor bajo los pies? «Todo lo que nos parece seguro y sólido puede desaparecer en un instante», advierte en su última novela Gioconda Belli (Managua, Nicaragua, 1948). Vital, ardiente, vigorosa como una mujer que defiende su diferencia, que no pide permiso para mostrarse como es, El intenso calor de la luna ofrece una alternativa literaria a las sagas eróticas del escaparate. Esta es la metamorfosis de Emma, una mujer de 48 años en un mundo aparentemente seguro y feliz que arranca el relato de un cambio. Emma  conduce su coche y su vida con tiento. Va mirándose por dentro, examinando los primeros indicios del supuesto «fin de su feminidad». Rompiendo tabúes, pudores y miedos más o menos velados, Belli recurre a la fantasía para visibilizar el erotismo en la madurez, la llama viva de una feminidad que se transforma con la edad.  A los finales les suceden los principios, aventura Belli, que escribe ciclo menstrual sin miedo a manchar el papel y MENOPAUSIA con las mayúsculas que se le deben. En El intenso calor de la luna la autora de Escándalo de miel vuelve a dar toda su voz a una mujer.  Y es el alma de su cuerpo la que habla, como un fuego en intensa comunión con el resto de la naturaleza.

Publicado en Fugas el 9 de enero de 2015

jueves, 8 de enero de 2015

La felicidad, según Yasmina Reza

Cito, en voz alta y para dentro, como una oración: «Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor. / Felices los felices». Con el Evangelio apócrifo de Borges y Yasmina Reza cerré el 2014, un año que llovió sobre mí copiosamente libros breves e intensos, como este Felices los felices de la autora que nos llevó en unas páginas de la democracia de la alegría de lo necesario de Spinoza al pesimismo profundo de Schopenhauer. Me digo que es curioso que empiece el 2015 leyendo a Milena Busquets, pues fue ella, la hija de Esther Tusquets, vieja dama indigna, quien tradujo al español En el trineo de Shopenhauer, la obra que me invitó a no perder el rastro de Yasmina Reza. Con el año nuevo he pasado página, estoy en También esto pasará, la segunda novela de Milena, un cálido paisaje recuperado en el que los instintos se convierten en palabras en memoria de la madre perdida. La pérdida, una hormigueo acuciante en las manos, la sensación de que la vida cae como el agua entre los dedos, habita también con su atmósfera extraña, como de mercurio, Felices los felices, obra en la que Yasmina Reza, esa Sartre al destape del infierno interior, invita a la aceptación de la vida, imperfecta y provisional, pero insoportable sin amor. Por más que Yasmina Reza y nuestra voluntad pretendan lo contrario.

A continuación la reseña publicada en Fugas sobre el libro el pasado día 2 de enero


LA FELICIDAD ENTRE LÍNEAS


ANA ABELENDA | «Dos seres viven juntos y su imaginación se aleja de modo cada vez más definitivo», advierte Yasmina Reza en Felices los felices. Premio Le Monde, en este solo que va mudando en su función de nombre, voz, aspecto y circunstancias, la autora de Arte nos arroja a la tela de araña que forman las relaciones cotidianas de pareja, bien sujetas al silencio compartido y a las paredes de la rutina ante el abismo del tiempo que fluye, a veces con esfuerzo. ¿Y el yo? A la deriva en la corriente de los días. Pero Reza atrapa su desazón, el destello de un sueño, los peces viscosos de las sensaciones más molestas del hombre y la mujer de hoy. Mordaz e implacablemente realista, la autora hurga en las heridas del estado del bienestar y la soledad compartida; captura en instantáneas lo efímero, sombras de la conciencia, temores y deseos superfluos y lo que más interesados estamos en dejar correr: la frivolidad humana, la discusión por un queso en la cola del súper, la espera en un oncológico, palabras torpes que decimos o escribimos por despecho, la íntima necesidad de posesión de otras personas o la percepción de las propias debilidades. Yasmina Reza entra en casa para descolgar las fotos de familia y mostrar los agujeros que han dejado en la pared; caries de una sonrisa que quizá alguna vez fue completamente blanca. Pero qué importa. Sonrían. La felicidad sabe leer entre líneas.

(Entrevista a la autora en El País:
http://elpais.com/elpais/2014/07/18/eps/1405694412_102601.html)