martes, 27 de mayo de 2014

La palabra que eres

No importa que no las oigas.
No dejan de ser palabras
para ti.
Es difícil saber de dónde vienen.
Están. Se mueven en tornados diminutos en las cartas de amor,
en mi mano cuando toca la lengua del fuego,
las comisuras de mi necesidad.
No sé cómo quedarme al ver que ya te fuiste.
Dónde dejo esta palabra que te quería decir?
Déjala sola contigo, hacéis buena pareja, ojalá
podáis la una con la otra.

No estaba preparada para perder
en un día todo lo que eres,
años de infancia,
días repetidos que perdieron la noción de la felicidad.

Cuenta las horas con los dedos,
chúpatelos, todo lo que no cuentan,
cuenta despacio
el placer recuperado,
el pantalón rojo como tú,
las cerezas que van de la oreja a la boca,
el gato de Chesire que dice miau
en el ovillo de tu miedo.

Cuenta adónde llega la respiración materna de las noches,
el tintineo de luz de la cruz en la cadena de todas las vidas
que arrastras y te llevan.

Escucha lo que dice el olor a ti misma de la palabra
mamá.
Mamá.
Es una palabra
que no deja de ser tú.

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