jueves, 23 de mayo de 2013

Cuentos sin hadas

Portada de "Mi vida querida", de Alice Munro
Cuando una mujer escribe, la intimidad del mundo se siente atrapada. Se llama Alice Munro y los suyos no son cuentos de hadas, nada de historias ramplonas en los que las chicas se maquillan la complejidad para que la guerra de sexos resulte más clara y absurda, y donde la fantasía ofrece una salida de emergencia a lo que verdaderamente nos concierne. Alice Munro ha escrito el que será su último libro y se ha despedido con cortesía, con un dominio chejoviano de la atmósfera que nos desnuda de todo poco a poco, casi sin querer, sin ademanes que violenten la experiencia natural y sobrehumana del misterio. Yo la descubrí tarde, con la colección de relatos Demasiada felicidad, que me dejó en suspenso a la manera de un Carver misericordioso. Alice Munro no es blanda, pero habla de la dureza de la infancia, la adolescencia, la enfermedad, la vejez y la muerte con poesía. Con una sutileza de verso libre que se parece al primer amor. El amor, el pasional y el fraternal, es en el libro una herida que supura, que no se puede cerrar. "Nada en el amor cambia demasiado", escribe Munro. Y el relato se cierra, la pluma se detiene, no hay más palabras, y sin embargo no acaba. Quedan dentro tirando del hilo de nuestra propia biografía y sus alternativas la desazón, una antigua pérdida casi olvidada, la duda, la sorpresa. Los caminos por los que nos aventura Alice Munro son como los que abre un hijo, familiares, muy nuestros, y tan extraños a la vez como ese camino a casa que no se nos ha ocurrido tomar nunca. Grande es la fuerza de la costumbre, que pone el piloto automático y va adormeciendo los sentidos. Los aguza el último libro de esta escritora canadiense que recibirá el Nobel, Mi vida querida. Todo en él merece la pena, que es también alegría. Yo me quedo con el relato del salto de Caro, la historia de una madre que se vuelve hippy y se lleva a sus hijas a un nuevo estilo de vida más campestre y "natural". Pocas veces las cosas son como se ven a simple vista, la felicidad no siempre es ese pájaro libre tan seductor. Alice Munro ha llevado su escritura al meollo extraño de la vida y desde él nos cautiva, como un cuento de miedo en mitad de la noche oscura en una tribu. Hay maneras de contar que aún pueden mantenernos despiertos. Confiando en que no se acaben las palabras.

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