lunes, 29 de abril de 2013

Eduard Estivill, el hábito hace el sueño



La noticia requiere datos. El reportaje, horizontes. Depurar puede ser un camino espléndido.
Pero a veces el límite de espacio lleva a dejar fuera de un texto matices con los que muda una realidad o el pensamiento de un personaje entrevistado.
El último libro del doctor Estivill

Dejo aquí la entrevista completa que hice al doctor Eduard Estivill, un texto que publicó ayer, domingo, La Voz de Galicia junto a otra entrevista al pediatra Carlos Gónzalez. Agrupé ambos cuestionarios bajo una idea simple. Dos pediatras y un destino: La familia feliz.
Dejo hablar a Eduard Estivill, autor de superventas como Duérmete, niño. Juzgad, si queréis hacerlo, por vosotros mismos, con toda la información de la que dispongo.

Cuna, osito, chupete. Son más que tres palabras, un triple talismán para todas las familias a las que el doctor Eduard Estivill (Barcelona, 1948) ha llevado el hábito del sueño, sin excluir los besos y los cuentos de buenas noches. No es necesaria «una tribu ni un gurú» en la crianza del hijo, advierte el pediatra que apela a la confianza en uno mismo y al sentido común. Su superventas Duérmete, niño ha servido la polémica. «La polémica solo está en Internet —objeta el pediatra—. En ninguna publicación ni sociedad científica existen datos contrarios a las recomendaciones que brindamos a los padres. Nosotros no enseñamos a dormir a los niños dejándoles llorar. Y quien dice que enseñamos los hábitos sin amor, no ha leído nada de nuestros libros».

-¿Desde cuándo puede ponerse en práctica el «método Estivill»?
-Las nuevas recomendaciones las podemos implantar desde el primer día de vida. Están explicadas con detalle en nuestro último libro, A dormir.

-Dice que los padres de hoy son mejores que los de antes, pero que no siempre les dejan ejercer libremente la paternidad. Todos opinan, advierte. ¿En qué hemos mejorado como padres respecto a nuestros antecesores, quizá en que nos cuestionamos más las cosas?
-Los padres de hoy están más interesados en la educación de los hijos, leen más, se informan más, aunque desgraciadamente parte de la formación la obtienen de Internet y esa no es la mejor manera. Internet no es un foro científico y allí puede opinar cualquiera. Los padres no necesitan opiniones, sino conocimientos serios y comprobados. Por esto nosotros recomendamos a los padres que se informen a través de su pediatra, el único que podrá asesorarles adecuadamente.

-¿Contra qué viejos mitos y tópicos debemos rebelarnos?: ¿es necesario que el niño, un niño sano, coma a toda costa cuando le toca?, ¿debemos abrigarlo con lana en primavera?
-El sentido común debe privar en la educación de los hábitos de los niños.  ¿Usted se abriga con lana en primavera?, pues depende. Si hace frio sí, si hace calor no. Igual con los niños. ¿Usted come en cualquier momento del día?, pues no. Está demostrado que el hambre tiene un ritmo de aparición. Es por esto por lo que los pediatras indican qué horas son las mejores para alimentar a un niño.

-¿Hasta qué edad cree recomendable la lactancia?, ¿pecho a demanda?
-Yo no doy opiniones personales. Recomiendo lo que las sociedades científicas de pediatría han estudiado. La lactancia materna siempre es la más recomendada. Pero si por algún problema la madre no puede hacerlo, puede utilizar la lactancia artificial sin sentirse culpable. Debe ser a demanda, tal como explicamos en nuestro libro A dormir. Pero cuidado: no se debe confundir el pecho con un chupete.

-¿Rechaza la opción del colecho cuando se trata de educar a un niño en el hábito del sueño?
-Los hábitos siempre tienen aspectos culturales. El comer es un hábito. En la cultura occidental el niño aprende a comer en la mesa, sentado en una silla, con un plato y unos cubiertos. En la cultura oriental lo hacen sentados en el suelo con un bol y unos palillos. Los dos hábitos son correctos. En nuestra cultura el niño duerme solo en su habitación. En África, y por cuestiones básicamente de pobreza, duermen todos juntos en un solo habitáculo. Después de esta reflexion, cada uno puede hacerlo como quiera, al igual que si queremos enseñar a comer a nuestros niños, sentados en el suelo y cogiendo la comida con la mano. Pero no será la manera más adecuada para nuestra cultura occidental.

-¿Qué recetaría a una madre con sentimiento de culpa por dejar a sus hijos cuando debe ir al trabajo o cuando apela a encontrar un tiempo solo para ella: más entrega al niño y más resignación, más psicoterapia, más ejercicio físico, más aire libre, menos libros del tipo ‘cómo criar a un hijo en un mundo imperfecto’?
-Tal como comentaba antes, los padres de hoy en día intentan ser muy responsables. Este sentimiento de culpa viene dado en gran parte por el poco tiempo que tienen para dedicar a su hijo y esto lleva a una sobreprotección que no es nada adecuada para el niño. La mamá no tiene por qué sentirse culpable de no tener más tiempo. No es su culpa que tenga que trabajar, fuera y dentro de casa (doble trabajo). Lo importante es la calidad del tiempo que tenga para su hijo. Aunque sea poco, si ella está feliz, alegre, le transmite seguridad y buenos hábitos, niño y madre serán felices.

-¿Cree que el padre y la madre pueden cumplir los mismos roles o intercambiar los papeles que se les atribuyen convencionalmente? A menudo se habla de un vínculo especial entre madre e hijo.
-Es muy evidente que el padre puede tener el mismo tipo de vínculo que la madre. El vínculo afectivo no se transmite solo por el hecho de amamantar, sino por cómo le hablamos, como le acariciamos, como intercambiamos emociones con él... Pero a veces, los hombres, por comodidad, ceden este rol a las madres. No debemos admitirlo.
-¿Es posible educar a un niño explicándole en todo caso el porqué de las cosas y recurriendo al juego?, ¿es imprescindible en la educación el “porque lo digo yo”?

-El Juego es una herramienta magnífica para educar a un niño. Nosotros hemos publicado un libro, A jugar, con juegos para inculcar buenos hábitos, que es muy leído y seguido por los padres. El “porque lo digo yo” no sirve para nada.
-He leído atribuida a usted la frase: “A los niños hay que educarlos en la frustración”. Resulta muy contundente. ¿Es realmente necesario? Quizá la infancia es el reino de la felicidad en parte porque apenas existe en ella la frustración.

-Para entender esta frase esa necesario leer el artículo completo que se publicó. En él explicaba que los niños, antes de la crisis, tenían demasiadas cosas, no les costaba esfuerzo conseguirlas y consecuentemente no las valoraban. Las restricciones económicas hacen que los padres no puedan ofrecer a los niños tantas cosas. Así los niños aprenden que las que consiguen tienen más valor. La frustración es que un niño entienda que no lo puede conseguir todo y no quede traumatizado por ello. Que las cosas cuestan, que el fracaso es muy superir a los éxitos. Así les enseñamos a que valoren más lo que tienen, aumenten la autoestima y estén preparados para el futuro de adultos, lleno de situaciones difíciles y conflictivas, que han de saber superar.

-Guardería, ¿sí, no, no si es posible…?
-Desde el punto de vista pedagógico, socializar a un niño desde pequeño es adecuado. Hoy en día las escuelas infantiles son muy recomendables. Enseñan a niños buenos hábitos, que realizan desde muy pequeños con seguridad. No hay ningún niño traumatizado por ir a la escuela infantil.

-¿Cómo se comportan los padres con sentido común?
-No consultan a Internet y preguntan a su pediatra.

-¿Podría haber en las madres plenamente entregadas a sus bebés cierto egoísmo por cultivar hasta el extremo la interdependencia con el hijo, o es este un planteamiento absurdo?
-Totalmente de acuerdo. Así lo han corroborado estudios psicológicos.

-Mi experiencia me ha llevado a asociar su libro a un tipo de padres, del mismo modo que asocio el ‘Bésame, mucho’, de Carlos González, a otro diferente, incluso en su color político. ¿Cree que en el tipo de actitud hacia los hijos puede reflejarse la tendencia (conservadora/liberal) de los padres, o en particular, la de las madres?
-Enseñar buenos hábitos no tiene color político, ni un tipo de padres específico. La sopa se come con cuchara (es un hábito), los dientes se lavan con un cepillo (es un hábito), a dormir les enseñamos a hacerlo solos (esto es un hábito), a conducir se enseña yendo por la derecha (es un hábito). De derechas o de izquierdas, conservadores o liberales, agnósticos o creyentes… todos comen la sopa con la cuchara.

 -¿Es su manera de orientar a los padres respecto a la educación y el cuidado de sus hijos contraria a educarlos con amor y besos?, ¿pueden estos y otras expresiones de cariño echar a perder la futura autonomía y fortaleza emocional de los pequeños?
-Quien dice (evidentemente eso solo esta en Internet) que nosotros enseñamos los hábitos sin amor y sin afecto, no ha leído nada de nuestros libros ni ha consultado con su pediatra. Los besos, los abrazos, el afecto, son algo primordial en la enseñanza de un hábito para transmitir seguridad al niño. Esto es lo que recomendamos en nuestros libros.

-“Para educar a un niño hace falta toda la tribu”, dice un proverbio. ¿Cómo lo conseguimos hoy?
-Inculcar a un niño buenos hábitos no es tan difícil. No hace falta una tribu, ni un gurú que nos guíe, ni consultar con Internet. Solo tener sentido común, estar seguros de nosotros mismos para trasmitir esta seguridad a los niños y consultar las dudas médicas al pediatra.

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